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sexta-feira, 20 de novembro de 2015

Palacio da Pena



Cómo se detalla en el artículo sobre la excursión a Sintra, hay un trecho para subir hasta la puerta del Palacio. Si has visto los demás monumentos, lo habrás podido ver desde lejos y por el camino se va intuyendo.


Según te vas acercando sorprenden los colores y la disposición.


Este Palacio fue una de las principales residencias de la familia real durante el siglo XIX.


Es una de las máximas expresiones del estilo romántico del siglo XIX en Portugal.


En 1755 con el terremoto muchos edificios quedaron seriamente dañados y entre ellos el monasterio sobre el que se construyó el Palacio. 
Lo ordenó construir el Príncipe Fernando II en el año 1836 porque le encantó la zona cuando estuvo de visita con su mujer.


Me sorprendió mucho el estilo y el colorido, sobre todo porque ésta fue la última visita y el resto de edificios guardaban una coherencia y un estilo pero en éste se mezla todo, del estilo neogótico hasta al neoislámico, pasando por el neorenacimiento y algunos toques del más predominante de la zona, el estilo manuelino.


La planta del edificio es irregular por la forma del terreno y porque se contruyó sobre las ruinas del monasterio, del que solo quedaba en pie la Capilla de Nossa Senhora da Pena. Por tanto queda un edificio cuadrado en torno a un claustro y otro alargado.


Las fachadas están divididas por ventanales y vanos 
cuadrangulares, rectangulares y semicirculares. 

La fachada principal está revestida con azulejos de policromados.



 Como se puede ver en esta foto, se divide el cuerpo en tres, pero la parte de abajo es diferente en cada uno y la del centro distinta a las otras dos. Soprende mucho no encontrar cierta asimetría.



Sobre el arco de la entrada y sujetando una ventana superior, hay una figura en relieve de un ser que es una mezcla entre un hombre y un pez saliendo de una concha, con una cabeza con cabellos en forma de parra. Hay detalles muy curiosos en todos los puntos del Palacio.


Las torres forman caminos, terrazas y miradores y se puede pasear por todos ellos. 
Las torres cuadradas tienen garitas semicirculares con cúpulas cónicas donde se mete todo el mundo a hacerse las fotos.


En el ala norte se encuentra la capilla, revestida de azulejos de piedra.


Muchas estancias están revestidas de azulejos.


Una de las habitaciones.



El Palacio fue residencia de verano de la familia real y muchas colecciones reales se trasladaron al palacio para decorarlo.


La decoración es bastante recargada y está llena de figuras curiosas. 
Lo que más abunda son las vajillas.




Sala de recepción ostentosamente decorada.

Cocina del Palacio.

Vistas desde el Palacio. Hacía el lado contrario de Sintra. 
Las nubes se suelen agarrar en la sierra y se cubre de niebla generando un microclima que mantiene una abundante vegetación.


Vistas hacia Sintra.



segunda-feira, 9 de novembro de 2015

Terraza del Monumento a los Descubrimientos


Monumento aos Descobrimentos.
Cada dos años es limpiado porque al estar tan cerca del mar, el viento y la humedad lo ensucian y deterioran. Así que, si te lo encuentras así, al menos podrás subir a disfrutar de las vistas de la terraza.
 


Si no tienes tiempo no hace falta que lo hagas porque verás muchas veces la ciudad desde arriba pero son curiosas las vistas:



Se levanta 52 metros y si subes tienes unas bonitas vistas de la Torre de Belém y en esa dirección de como se funde el río con el mar, aunque no se ve bien la desembocadura.

En la parte posterior podemos admirar el edificio entero del Monasterio de los Jerónimos con los jardines, que de otro modo no se puede ver porque desde abajo no puedes abarcarlo entero.

De frente vemos la zona que se encuentra al otro lado del río.


A la izquierda, los dos embarcaderos, el puente 25 de abril, el monumento al Cristo Rei y hacia el horizonte la ciudad. 


Y si miras hacia abajo podrás ver la rosa de los vientos dibujada en el suelo. Fue un regalo de Sudáfrica en 1960. Se muestran las rutas que siguieron los descubridores portugueses entre los siglos XV y XVI.

Está decorada con sirenas y galeones. 
 
En la inscripción a los pies pone: Esta Rosa de los Vientos fue ofrecida a Portugal por la Unión de África del sur en el quinto centenario del Infante Don Enrique, cuyo genio hizo posible el descubrimento del Cabo de Buena Esperanza.